Decía D. Baltasar Gracián y Morales
((1601-1658), jesuita y escritor): "No hay peor sordo que el que no puede
oír; pero hay otro peor, aquél que por una oreja le entra y por otra se le
va". Gráfica frase que describe la forma de hacer política en España.
Cuando se trata
de hastiar a la ciudadanía, y de manera especial, parece que tanto el PSOE como
el PP hacen visos de no tener fin en buscar fórmulas para decir una cosa y, al
poco tiempo, la contraría. Tanto es así que el ritmo parsimonioso que se toman
a la hora de negociar pactos y/o acuerdos con otras formaciones políticas para
sacar gobiernos o acuerdos sobre materias de diferente índole, no deja de
sorprender cuando afirman que tiene prisa por llegar a consensos.
Reflejo de una
actividad política, que roza lo pueril, cuando ello puede acarrear negativas
consecuencias en el devenir diario de la vida de la ciudadanía. Preocupante es
observar esa persistente manía de derivar responsabilidades y/o presiones de
unas formaciones políticas a otras, cuando lo relevante y transcendental de los
asuntos a tratar pivota sobre dar solución a la grave situación socio-económica
y sobretodo ahora política, más allá de priorizar los intereses partidistas, en
un momento donde el programa de reformas necesarias que queda por delante es
arduo y que por aritmética parlamentaria conlleva la participación de más de
una formación política para sacarlas adelante.
De todos los
"actores" políticos actuales, ¿habrá alguno que tenga la capacidad y
el sentido de estado necesario para priorizar los intereses generales sobre
cualquier otro tipo de interés?. Solución compleja, a la par que necesaria, y
que requerirá de concesiones que a día de hoy solo rayan lo superficial, y que no
profundizan en propuestas paratemas de gran calado (modelo de estado,
sostenimiento de políticas del estado del bienestar y de las pensiones,
etcétera etcétera,etcétera).
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