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lunes, 12 de mayo de 2014

La corrupción política, una de las mayores lacras de nuestro pais

Distingo tres grandes tipos de corrupción en nuestra sociedad: la administrativa (aquella realizada por los funcionarios públicos); la privada (los actos ilícitos cometidos en el ámbito de la iniciativa privada); y la política (aquella que realizan los políticos en el ejercicio de sus cargos). Todas ellas interrelacionadas entre ellas, en parte o todas conjuntamente.

Hablar de la existencia de corrupción política en nuestro país es un hecho incuestionable. Se entiende por corrupción política la acción o inacción de una o varias personas reales que manipulan los medios públicos en beneficio propio y/o ajeno, tergiversando los fines del mismo en perjuicio del conjunto de la ciudadanía a la que debían servir y beneficiar.

La corrupción tiene su origen o está sujeta al Poder, y surge de un deseo humano centrado en las malas prácticas y de la carencia de principios éticos, y en el caso de la política se centra en no favorecer el interés general de la sociedad a la cual se debe y a la cual quiere supuestamente representar en su origen. Por tanto para mí los políticos corruptos son delincuentes, puesto que infringen directamente la ley, la ética, la moral y los principios que la sociedad tienen y por los cuales se les otorga su confianza para defender lo común sobre lo individual o concreto.

La corrupción política no está en las ideologías o en las ideas que la diferentes formaciones políticas puedan defender, están en aquellos individuos que las integran. Algo distinto es que sus compañeros en dichas organizaciones lo omitan lo que los convierten en cómplices de facto en el aspecto puramente ético, que no judicial. En nuestro país hay políticos que se creen una casta y se dotan de leyes y mecanismos legales para actuar desde la impunidad, preservando privilegios que en otras sociedades occidentales son impensables: aforamientos, utilización discrecional del indulto (sin cotos claramente definidos por ley), y un sistema judicial preso (en los altos tribunales) de la influencia política; y a todo esto hay que sumarle una ley de transparencia que es muy mejorable.

Hay que fijarse en los últimos datos del informe del Índice de Percepción de la corrupción (IPC)  realizado por la ONG Transparencia Internacional (TI), relata que nuestro país es el segundo tras Siria donde más aumenta la percepción de corrupción, y es que en un solo año (2012-2013) pasamos de una puntuación de 65 (sobre un máximo de 100) a los 59, descendiendo de la posición 30 hasta la 40 de los 177 países analizados (nos colocamos en el puesto 19 de los 30 países del área europea), quedando muy lejos de Dinamarca con 91 puntos siendo el país más transparente a nivel europeo y mundial (junto con Nueva Zelanda). Hemos obtenido así la puntuación más baja de los últimos quince años.

Decían los expertos de dicha ONG, en este último informe, que la ley de transparencia española es débil, carece de claros castigos para los infractores, deja mucho margen a la discrecionalidad de los funcionarios y no reconoce el derecho a la información de los ciudadanos. También ven fundamental el efecto que han tenido la lentitud y la baja intensidad de las sanciones penales contra los actos de corrupción, la expansión de los escándalos a instituciones clave del Estado y la sensación de impunidad.
Vaya siempre por delante la Presunción de Inocencia de los políticos imputados por casos de corrupción por los tribuales, igual que cualquier ciudadano, por ser un principio básico de nuestra constitución (Artículo 24) y de nuestro ordenamiento jurídico (Derecho Penal: "todas las personas son inocentes hasta que se demuestre lo contrario").

Pero, de las responsabilidades políticas y el descredito que sufren las instituciones por las imputaciones de caso de corrupción política, salvo raras excepciones, todos los partidos viejos están de acuerdo: "Aquí  no se dimite hasta que un tribunal de Justicia lo dictamine (lo que la ley establece de manera obligatoria bajo el concepto de "inhabilitación").

Decía el historiador y político inglés Lord Acton (1834-1902): "el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente", y comprobamos que cuando, mayoritariamente, en nuestro país hay formaciones políticas que no entran a atajar de raíz y de manera contundente la corrupción, con iniciativas legislativas más duras penalmente para los corruptos, y que es lo que refleja y desea una ciudadanía cada vez más exigente, estableciendo criterios transparentes y éticamente inmaculados, hay que decir sin miedo que el sistema de valores de algunos no buscan la defensa del interés general sino la IMPUNIDAD y el PRIVILEGIO, más allá de cualquier otro criterio ético.

Para que la corrupción triunfe la INDIFERENCIA de los ciudadanos es su mejor arma, cuando dicha ciudadanía la rechace y castigue electoralmente (donde algunas formaciones políticas las toleran y que MUCHOS DE SUS INTEGRANTES la utilizan como "medio de vida") entonces será el principio del fin de una de las mayores lacras de nuestro país y que nos avergüenza con respecto a otros países que no transigen con la misma (como por ejemplo, Dinamarca).



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