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domingo, 18 de diciembre de 2011

Una visión personal de Política-Ética

En democracia los ciudadanos tenemos el derecho, y yo considero también el deber, de elegir a nuestros representantes políticos en las instituciones públicas para que defiendan nuestros intereses individuales y colectivos en base a un programa que recoja las propuestas que más nos interesan. Desde esta óptica otorgamos nuestra confianza, en forma de voto (si así se decide individualmente), para mejorar nuestras condiciones de vida desde un punto de vista individual y colectivo.

Las formas en las que llegamos a optar por una opción determinada viene definida por nuestras preferencias ideológicas, de interés partidista, como modo de castigo, por no convencer ninguna opción (Voto en blanco o nulo), o en el peor de los casos por la ausencia absoluta de interés (abstención) por la indiferencia que nos genera la pérdida de confianza en aquellos que rigen los destinos de las instituciones públicas y cuya función es la de gestionar con eficacia y eficiencia, desde el rigor, credibilidad y sostenibilidad, aquellas cuestiones que afectan a nuestros derechos individuales y colectivos, como son la sanidad, la educación, los asuntos sociales, etc.

Es necesario redefinir y avanzar con los tiempos, para garantizar la esencia en la que se fundamenta nuestra constitución, la ley de leyes, y que articula nuestra convivencia en sociedad, el principio de igualdad que en algunos casos no se cumplen (por ejemplo en el caso del valor de un voto en la actual ley electoral). Considero que es necesario dignificar la actividad política desde el principio más básico para la cual ha sido creada, que es aportar soluciones a las dificultades de los ciudadanos y que aglutinen el mayor consenso posible desde el principio básico a las reglas de juego democrático que nos hemos marcado y con respeto absoluto a las leyes que nos rigen.

Es prioritario establecer normas de regeneración democrática, transparencia de los asuntos públicos y los privados vinculados principalmente a los primeros, y la más que necesaria implicación de los ciudadanos en dicha actividad política como eje fundamental para ganar en calidad democrática y en la credibilidad que nunca se debió perder, esto constituye el verdadero fin de la política.

Es inexcusable concienciarnos que solo si el ciudadano recupera el control de la política, exigiendo a los políticos el cumplimiento de los compromisos adquiridos en sus programas, los cuales les han llevado a las instituciones, podremos avanzar hacia un mayor control de los políticos y mejorar el valor democrático de las decisiones porque será reflejo de la voluntad mayoritaria del pueblo que es el fundamento y la esencia básica de los países democráticos. Controlando a los políticos se controla a los partidos políticos.  

Exigir igualdad efectiva en todos los derechos de los ciudadanos; implicarse en la construcción de un nuevo horizonte desde el interés general; mejorar lo que hemos heredado para las generaciones venideras; desterrar de la vida pública a aquellos que utilizan las instituciones para fines distintos del interés general; predicar con el ejemplo; argumentar de manera comprensible lo que se realiza en las instituciones a los ciudadanos; simplificar al ciudadano o empresa cualquier gestión que le afecte con los cambios normativos necesarios bajo criterios de igualdad y con respeto y limitación a las leyes; erradicar los privilegios políticos e igualarlos al del resto de los ciudadanos; entre otras consideraciones, no es imposible.

Porque para poder empezar un nuevo camino alternativo al que se conoce, es necesario dar el primer paso y alguien tiene que hacerlo sin complejos de manera firme y decidida para dejar atrás las ideas preconcebidas de lo que siempre nos han enseñado como el único camino posible es necesario hablar claro y actuar con transparencia, para poder demostrar que otra opción es posible y cada uno pueda pensar en lo que más le interesa, con independencia y claridad, desde la libertad que el sistema democrático nos otorga.


Seguiré trabajando con humildad con los hombres y mujeres, compañeros todos, que mantenemos una visión de una sociedad equilibrada en el más amplio sentido de la palabra, y no cejaremos en nuestro empeño de dar ilusión donde antes había inquietud e indiferencia, con criterio, capacidad de sacrificio, desde el sosiego y con esperanza en la idea de que otra alternativa si es posible.

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