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martes, 13 de marzo de 2012

Porque soy Europeo/Español, opino (Parte 1)

Vivimos tiempos convulsos, complejos, de emergencias y sobretodo de improvisación. La capacidad de previsión y de dar soluciones a la vorágine de cambios que se suceden a demasiada velocidad deja limitada la reacción necesaria para dar arreglo a una realidad viciada por un sistema social, y sobretodo político-económico que nos ha devuelto con demasiada crudeza a la realidad que durante estas décadas nos habíamos otorgado, donde las economías neoliberales favorecidas por los factores especulativos que las clases políticas occidentales, el llamado sistema capitalista, habían permitido sin el control previo necesario para que no escapara a un sistema de rigor con limites y limitaciones. Actualmente se me antoja ineludible revertir dicha situación sin la voluntad política mundial, que actualmente parece una utopía por la suma de los intereses nacionales propios, por lo que el problema es de muy difícil solución.  

En la actual Europa convivimos con otras naciones con una cultura, lengua y forma de entender la vida que nos hace diferentes, donde nuestro mayor avance es el denominado estado del bienestar fraguado después de la Segunda Guerra Mundial y que consolidaba una manera de entender la convivencia fundamentada en valores democráticos tan sólidos como la libertad, la justicia y la igualdad, entre otros. Pero el transcurrir del tiempo y del principal factor que actualmente rige en la actualidad una economía descontrolada basada en el neoliberalismo y en un despiadado y cada vez más competitivo mercado que nos ha permitido mejorar la calidad de vida, pero a qué coste. El coste no es otro que acomodarnos en una doble moral que nos permite vivir en mejores condiciones que otros ciudadanos de nuestro planeta, obviando que "negociamos" con países, muchos de ellos llamados emergentes, donde los derechos son casi inexistentes en aras de los beneficios de nuestros países y de las grandes empresas multinacionales, y que no contemplamos en nuestros países por ser lesivos pero que obviamos en aquellos porque nos interesa, que pudiendo ser innato en nuestra naturaleza, el de mejorar, es moralmente cuestionable cuando vulnera aquello que defendemos como valores propios de nosotros: los europeos. 
   
La realidad nos ha hecho comprender que estamos solos ante otros colosos económicos, en el pasado EEUU y Japón a los que actualmente se les ha sumado China y otras economías emergentes que empujan con gran intensidad y que como es lógico defienden sus intereses, en un mundo cada vez más globalizado, donde las fronteras no dejan de ser sino líneas en un mapa que no nos mantienen a salvo de condiciones y condicionantes externos que amenazan nuestra forma y calidad de vida, a pesar de que algunos de esos países emergentes vulneran derechos, tanto laborales como de diferente naturaleza (medioambientales, ...) .

Desde la aparición de Internet y hasta nuestros días los cambios se han acelerado de manera vertiginosa de tal modo que lo que creíamos como invariable y nos servía en el pasado ahora ya no es válido y nos deja con marcadas diferencias en todas las facetas de nuestra vida, en aquello que nos interesa y que con el paso del tiempo agudiza unas diferencias más profundas no solo entre países sino entre ciudadanos de un mismo país, lapidando en muchas ocasiones el sistema que en la vieja Europa nos habíamos otorgado con un avance más que significativo en derechos y del que tanto nos habíamos vanagloriado por ser puntero entre el resto de naciones del llamado primer mundo.

Si bien yo he tocado muy por encima algunos aspectos de nuestra realidad, la pregunta que yo me plantearía sería: ¿Cuáles son las soluciones a llevar a cabo para revertir la situación y que esto no volviera a suceder?.

Sin seguir ningún orden y a grandes rasgos las soluciones, bajo mi humilde opinión, pasarían por: separar la POLITICA internacional de ningún otro factor que la contamine en la toma de decisiones, en el actual contexto internacional hablaría de los "poderes económicos"; consensuar posiciones comunes en materias sensibles para consolidar una Europa fuerte dentro de este mundo globalizado (esto pasaría por dejar apartados los intereses nacionales y otorgar más peso a las instituciones europeas, como por ejemplo: en materia económica y de fiscalidad, y en política exterior), y que consoliden de manera sostenible lo que llamamos “la Europa del bienestar” donde no se recorten derechos; establecer los controles mundiales necesarios a los mercados internacionales para cambiar la economía neoliberal imperante actualmente y que favorece la especulación y el equilibrio de riqueza agudizando las diferencias entre naciones por intereses sectarios; acercar a los ciudadanos y hacerles participe de la “POLITICA” nacional e internacional como lo que son: el origen y el fin de la misma; dar TRANSPARENCIA (sobre todo en lo político en nuestro país) a las acciones que afecten el devenir cotidiano de la vida de los ciudadanos en cualquier ámbito de actuación y bajo estrictas reglas legales; establecer criterios comerciales en los ámbitos socio-económicos basados en los principios que la Unión Europea establece (la de las libertades y la igualdad, entre otras) para no dar preferencia a organizaciones empresariales occidentales o países que utilizan a sus conciudadanos como mano de obra barata (con derechos laborales mínimos o casi nulos) con la excusa de la economía libre de mercado y los tratados internacionales que los avalan, y que suponen una clara competencia desleal que desmantela tejidos productivos-económicos en donde sí se respetan dichos derechos; etc.

Esto es utópico, pero no es imposible si los ciudadanos así lo decidimos.  


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