Somos un país influenciado por diferentes
culturas a lo largo de nuestra historia, que nos han enriquecido, una historia
con altibajos pero en la que fuimos respetados y una superpotencia en tiempos
pasados. Ahora, acomodados por corrientes de pensamiento que potencian la
individualidad sobre lo colectivo, hemos olvidado aquello que nos hizo grandes
en el pasado y es nuestra capacidad de trabajo, sacrificio y de una voluntad
inquebrantable en la consecución de nuestros objetivos, la de ser un referente
en el mundo y más concretamente en Europa. Recuperar la confianza en nuestros
dirigentes (en los políticos en particular), dependerá de cada uno de nosotros
porque los ciudadanos decidimos y de esa decisión han de salir regentes que
sean valientes que encabecen proyectos sólidos, creíbles y objetivos en haras
del interés general de los ciudadanos y que den esperanza y credibilidad a cada uno de nosotros en primer término (a los
ciudadanos de nuestro país), y a los ciudadanos de otros países de nuestro
entorno (Europa) y del mundo.
En nuestro país las reformas deben ser de
un calado sin precedentes en nuestra democracia hasta el punto de llegar a
realizar dichas reformas en el ámbito de nuestra Constitución (CE), por
ejemplo: en su Titulo VIII, la cual ha quedado obsoleta en la actualidad. Si
bien muchos partidos políticos están cómodos y no se plantean que la misma
cambie bajo criterios sectarios que, bajo mi opinión, no favorecen el interés
general y que ahondan cada vez más en las diferencias entre ciudadanos de
nuestro país, sobretodo en donde residan, tanto en lo social como en lo
económico.
Adolecemos de algunas cuestiones
superadas en los países más avanzados (me refiero en derechos y criterios de
igualdad interterritoriales), de Europa. Algunas de ellas se fundamentan en el
sentimiento de pertenencia a un territorio, que los nacionalismos potencian
desde la diferencia ya que de eso viven, y que establece que lo mío es mío y lo
del otro también. En el caso nacionalista es comprensible su postura desde sus
criterios ideológicos y porque no decirlo respetable desde la libertad que nos
da la democracia, pero ¿es viable actualmente?. A la vista del modelo
territorial del estado, el cual es una herramienta al servicio de los
CIUDADANOS (NUNCA de los intereses sectarios de algunos partidos políticos), la
respuesta se me antoja negativa, y esa es la conclusión a la que llego echando
un vistazo al déficit que deja dicho modelo en todas y cada una de las
Comunidades Autónomas (miles de millones de déficit y en aumento). Los partidos
llamados nacionales dejan hacer, algunos con el exclusivo antojo de alcanzar el
poder en las instituciones al precio que sea (salvo raras excepciones), otros
por no molestar a sus barones territoriales y a sus cargos en las diferentes administraciones
(diputaciones y cabildos, y ayuntamientos), y otros por intereses que se alejan
en cualquier caso del interés general y que en ocasiones obedecen a la corrupción más pura y dura (de
cualquier tipo). De un modo u otro algunos consideramos que en Política no todo
vale.
En lo económico el sistema actual es
simplemente insostenible, y observando los postulados que defienden los
partidos viejos (en referencia a los que llevan años en las instituciones) las
soluciones pasan inexorablemente por fórmulas del pasado donde la cuenta de la
mala gestión, la falta de previsión y el ombliguismo de algunos políticos. La
solución generalizada para mantener este sistema obsoleto es pasar la factura
al ciudadano (vía impuestos: directos o indirectos) o a través de formulas de
financiación basadas en que el ciudadano cofinancie por algo que ya está
pagando, o en la disminución de la calidad de los servicios y en la disolución
o ERE (Expedientes de Regulación de Empleo) en diferentes administraciones
públicas a todos los niveles u entes asociadas a ellas de diferente naturaleza
jurídica (fundaciones, observatorios, empresas públicas, sociedades
mercantiles, etc), en la que solo algunas de estas deben subsistir basándose en
necesidades objetivas y bajo un control transparente por ser demandadas por la
sociedad a la cual presten servicio/s, por no existir en la administraciones
públicas. Fuera de las administraciones públicas y en el ámbito privado, las
soluciones pasan por reformas estructurales, por generar políticas activas de
empleo, y por la reactivación del crédito de las entidades financieras
(sobretodo orientadas a las PYMES),
entre otras medidas.
En lo político somos un país inviable. Es
necesario generar una cultura de lo común, desde criterios de concienciación
política donde los ciudadanos se involucren de manera decidida y participen
exigiendo a los que les representan en las instituciones lo que se han
comprometido a hacer. Regenerar la democracia desde los criterios más
esenciales de nuestra Carta Magna (la Constitución Española: CE) para devolver
la credibilidad que nunca debió perder por la acción de algunos miembros de
partidos, en ningún caso por las ideologías democráticas que en ellas se
recogen y que son validas al igual que divergentes, o de formaciones políticas
que no defiendan nuestra CE o la legislación internacional (ONU, ...), y que
utilizan el sistema democrático para fines de dudosa legalidad. En este punto
el trabajo será arduo y complejo pero generar conciencia de que la política no es
el problema sino la solución será un reto de gran magnitud que algunos queremos
asumir sin complejos y con el ánimo de integrar y no de separar.
En lo social somos un país dividido por
corrientes ideológicas que generan posicionamientos divergentes, y en algunos
casos extremos, donde se quiere transmitir la idea de que todo está inventado y
que solo hay las opciones que desde hace décadas se han implantado en nuestra
sociedad, donde los intereses individuales deben primar sobre los generales y
donde se potencia que miremos con desconfianza a aquel que tenemos como vecino.
Yo tengo la creencia que esa visión genera una división que resta en lo común,
y nos hace débiles con respecto a aquellos que solo miran por sus intereses
sectarios y de su reducido entorno, y que habilitan al inmovilismo y al que con
excusas argumenta su falta de diligencia en aquello que interesa a los
ciudadanos (tanto a nivel individual como colectivo). Unidos cualquier sociedad
es más fuerte, y afronta mejores expectativas de solución con objetivos bien
definidos que reviertan en los propios intereses individuales desde criterios
de igualdad, justicia y libertad.
Como canario, español y europeo, que
soy me planteo estas reflexiones en el
ánimo de empezar a trabajar cuanto antes por sostener el estado del bienestar
que durante décadas otras generaciones, no sin esfuerzo, han conseguido. No se
puede apostar, bajo ninguna excusa, por disminuir la calidad de vida que hemos
heredado sino por seguir trabajando para dejar como herencia a las futuras
generaciones una sociedad mejor de la que tenemos donde la precariedad, el
sectarismo, la incoherencia y la pobreza, sean conceptos residuales en una
sociedad donde los criterios imperantes sean de justicia, igualdad y la
libertad.

No hay comentarios: