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miércoles, 14 de marzo de 2012

Porque soy Europeo/Español, opino (Parte 2)

Somos un país influenciado por diferentes culturas a lo largo de nuestra historia, que nos han enriquecido, una historia con altibajos pero en la que fuimos respetados y una superpotencia en tiempos pasados. Ahora, acomodados por corrientes de pensamiento que potencian la individualidad sobre lo colectivo, hemos olvidado aquello que nos hizo grandes en el pasado y es nuestra capacidad de trabajo, sacrificio y de una voluntad inquebrantable en la consecución de nuestros objetivos, la de ser un referente en el mundo y más concretamente en Europa. Recuperar la confianza en nuestros dirigentes (en los políticos en particular), dependerá de cada uno de nosotros porque los ciudadanos decidimos y de esa decisión han de salir regentes que sean valientes que encabecen proyectos sólidos, creíbles y objetivos en haras del interés general de los ciudadanos y que den esperanza y credibilidad a  cada uno de nosotros en primer término (a los ciudadanos de nuestro país), y a los ciudadanos de otros países de nuestro entorno (Europa) y del mundo.

En nuestro país las reformas deben ser de un calado sin precedentes en nuestra democracia hasta el punto de llegar a realizar dichas reformas en el ámbito de nuestra Constitución (CE), por ejemplo: en su Titulo VIII, la cual ha quedado obsoleta en la actualidad. Si bien muchos partidos políticos están cómodos y no se plantean que la misma cambie bajo criterios sectarios que, bajo mi opinión, no favorecen el interés general y que ahondan cada vez más en las diferencias entre ciudadanos de nuestro país, sobretodo en donde residan, tanto en lo social como en lo económico.

Adolecemos de algunas cuestiones superadas en los países más avanzados (me refiero en derechos y criterios de igualdad interterritoriales), de Europa. Algunas de ellas se fundamentan en el sentimiento de pertenencia a un territorio, que los nacionalismos potencian desde la diferencia ya que de eso viven, y que establece que lo mío es mío y lo del otro también. En el caso nacionalista es comprensible su postura desde sus criterios ideológicos y porque no decirlo respetable desde la libertad que nos da la democracia, pero ¿es viable actualmente?. A la vista del modelo territorial del estado, el cual es una herramienta al servicio de los CIUDADANOS (NUNCA de los intereses sectarios de algunos partidos políticos), la respuesta se me antoja negativa, y esa es la conclusión a la que llego echando un vistazo al déficit que deja dicho modelo en todas y cada una de las Comunidades Autónomas (miles de millones de déficit y en aumento). Los partidos llamados nacionales dejan hacer, algunos con el exclusivo antojo de alcanzar el poder en las instituciones al precio que sea (salvo raras excepciones), otros por no molestar a sus barones territoriales y a sus cargos en las diferentes administraciones (diputaciones y cabildos, y ayuntamientos), y otros por intereses que se alejan en cualquier caso del interés general y que en ocasiones  obedecen a la corrupción más pura y dura (de cualquier tipo). De un modo u otro algunos consideramos que en Política no todo vale.

En lo económico el sistema actual es simplemente insostenible, y observando los postulados que defienden los partidos viejos (en referencia a los que llevan años en las instituciones) las soluciones pasan inexorablemente por fórmulas del pasado donde la cuenta de la mala gestión, la falta de previsión y el ombliguismo de algunos políticos. La solución generalizada para mantener este sistema obsoleto es pasar la factura al ciudadano (vía impuestos: directos o indirectos) o a través de formulas de financiación basadas en que el ciudadano cofinancie por algo que ya está pagando, o en la disminución de la calidad de los servicios y en la disolución o ERE (Expedientes de Regulación de Empleo) en diferentes administraciones públicas a todos los niveles u entes asociadas a ellas de diferente naturaleza jurídica (fundaciones, observatorios, empresas públicas, sociedades mercantiles, etc), en la que solo algunas de estas deben subsistir basándose en necesidades objetivas y bajo un control transparente por ser demandadas por la sociedad a la cual presten servicio/s, por no existir en la administraciones públicas. Fuera de las administraciones públicas y en el ámbito privado, las soluciones pasan por reformas estructurales, por generar políticas activas de empleo, y por la reactivación del crédito de las entidades financieras (sobretodo orientadas a las PYMES),  entre otras medidas.

En lo político somos un país inviable. Es necesario generar una cultura de lo común, desde criterios de concienciación política donde los ciudadanos se involucren de manera decidida y participen exigiendo a los que les representan en las instituciones lo que se han comprometido a hacer. Regenerar la democracia desde los criterios más esenciales de nuestra Carta Magna (la Constitución Española: CE) para devolver la credibilidad que nunca debió perder por la acción de algunos miembros de partidos, en ningún caso por las ideologías democráticas que en ellas se recogen y que son validas al igual que divergentes, o de formaciones políticas que no defiendan nuestra CE o la legislación internacional (ONU, ...), y que utilizan el sistema democrático para fines de dudosa legalidad. En este punto el trabajo será arduo y complejo pero generar conciencia de que la política no es el problema sino la solución será un reto de gran magnitud que algunos queremos asumir sin complejos y con el ánimo de integrar y no de separar.

En lo social somos un país dividido por corrientes ideológicas que generan posicionamientos divergentes, y en algunos casos extremos, donde se quiere transmitir la idea de que todo está inventado y que solo hay las opciones que desde hace décadas se han implantado en nuestra sociedad, donde los intereses individuales deben primar sobre los generales y donde se potencia que miremos con desconfianza a aquel que tenemos como vecino. Yo tengo la creencia que esa visión genera una división que resta en lo común, y nos hace débiles con respecto a aquellos que solo miran por sus intereses sectarios y de su reducido entorno, y que habilitan al inmovilismo y al que con excusas argumenta su falta de diligencia en aquello que interesa a los ciudadanos (tanto a nivel individual como colectivo). Unidos cualquier sociedad es más fuerte, y afronta mejores expectativas de solución con objetivos bien definidos que reviertan en los propios intereses individuales desde criterios de igualdad, justicia y libertad.

Como canario, español y europeo, que soy  me planteo estas reflexiones en el ánimo de empezar a trabajar cuanto antes por sostener el estado del bienestar que durante décadas otras generaciones, no sin esfuerzo, han conseguido. No se puede apostar, bajo ninguna excusa, por disminuir la calidad de vida que hemos heredado sino por seguir trabajando para dejar como herencia a las futuras generaciones una sociedad mejor de la que tenemos donde la precariedad, el sectarismo, la incoherencia y la pobreza, sean conceptos residuales en una sociedad donde los criterios imperantes sean de justicia, igualdad y la libertad.



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