La mayoría de las formaciones políticas
(por no indicar que son algunas de las personas que las integran más que las
ideologías que "representan") dan la imagen de un país en el que la
culpa de todo lo acontecido siempre es debida a la mala gestión en la administración
de lo público de otra formación política y en la que es rara, desde las lógicas
posiciones que puedan tenerse desde las diferentes formaciones políticas, el
realizar una leal oposición desde la creación y no desde el desgaste (llevado a
rajatabla por las dos formaciones políticas más votadas en nuestra nación: PP y
PSOE, y que debido a la actual ley electoral, que les asegura la alternancia,
es muy difícil que cambien de manera de actuar).
Si partimos de la base de los dispendios
económicos producidos por casi todas las administraciones publicas, con la
existencia de administraciones paralelas a estas, la mala gestión en las
mismas, un modelo de estado (insostenible en lo económico) con 17 modelos de
gestión en aquello que vertébra nuestro estado del bienestar (sanidad,
educación, ...), y que agudiza aún más la diferencia entre españoles en base a
donde residan. La creación, en el pasado, de entidades no administrativas de
distinta naturaleza (fundaciones, observatorios, empresas públicas, etc), a
cargo de las administraciones públicas (y por tanto sufragadas por los
ciudadanos) cuya existencia en algunas ocasiones esta más motivada por el
antojo de algunos políticos y su particular visión de las necesidades de los
ciudadanos y que en algunas ocasiones no se justifica el gasto en relación a
los objetivos a cumplir por las mismas, y en la que a veces se pueden observar
en los concejos de administración de los mismos a personas que estuvieron, en
la mayoría de los casos, relacionadas con la actividad política.
Ya es hora de hechos, ya es hora de que
los ciudadanos recuperen el control sobre la política y exijan a sus
representantes que defiendan sus intereses aquellos que mediante un programa
político fueron elegidos, que sean coherentes con sus compromisos, que no
justifiquen sus incumplimientos con el argumento clásico de que el otro lo ha
hecho fatal y esgriman la siempre recurrente teoría del "y tú más",
que habiliten espacios donde el ciudadano de una manera efectiva pueda hacer un
seguimiento de sus actuaciones (una ley de acceso a la información pública sin
"matizaciones"), y donde se castigue de manera ejemplar a aquellos
que incumplan las leyes.
En definitiva, dignificar la política
dando origen a una nuevo perfil de políticos que no entiendan que esta es una
manera de vivir bien y que tengan como objetivo perpetuarse en el poder
estableciendo como prioridad la del interés general sobre la partidista. Se
hace imprescindible generar una nueva moral política donde los ciudadanos
puedan dar credibilidad a una actividad que tenga como fin el servicio público
desde criterios de igualdad, libertad y justicia que dignifique una labor
necesaria, desde lo individual y sobretodo lo colectivo, desde aquello que nos
une por encima de cualquier planteamiento sectario o descohesionador, donde no
existan diferencias con el resto de miembros de nuestra sociedad a cuyo
servicio se deben para dar cumplida respuesta a sus necesidades.
No hay comentarios: