Es descorazonador y lamentable observar
la agonía de millones de ciudadanos de nuestro país por la situación de CRISIS
socio-económica y política que atravesamos. Esta situación se acentuó a partir
del 2007 pero comenzó décadas atrás, al estructurar una constitución (CE)
(nuestra carta magna, la ley de leyes) que si era suficiente en aquella época a
día de hoy está obsoleta, no en sus ideas de igualdad, justicia o libertad,
sino en su falta de flexibilidad en otros contenidos (como el de la sucesión a
la jefatura del estado, artículo 57, donde se prioriza al hombre sobre la mujer
y que a día de hoy los españoles estamos de acuerdo que hay que modificar), que
hay que REFORMAR. Nada es intocable, nuestra CE tampoco, porque la misma está
hecha por personas y las leyes tienen que estar acorde a las necesidades e
intereses de los ciudadanos y no ancladas en un pasado con realidades
diferentes (tiene que ser dinámica). Ahí reside la labor del legislador que
persigue el interés general.
España, una nación constituida por más de
47 millones de ciudadanos, necesita hoy más que nunca dirigentes (en todos los
ámbitos) que sean referentes en sus ámbitos de actuación. Especial mención en
lo referente a la “clase” política dirigente, enclaustrada en sus estandartes
de poder y con el ansia preventorio de gobernar al precio que sea y que
elaboran programas con compromisos que en muchas ocasiones son más un conjunto
de buenas intenciones que realidades. No es cuestión de llegar a cualquier
precio, es cuestión de no defraudar la confianza de aquellos, los ciudadanos,
que esperan no se les decepcione y que se cumpla con ellos para que defiendan
SUS INTERESES (y a mí modo de ver también los colectivos). Algunos políticos,
no todos, no quieren cambiar nada porque les interesa las estructuras tal cual
están en la creencia que esto pasará (como antes), y continuaran con esas
“estructuras” sectarias que se han montado para ubicar a aquellos que defienden
sus mismos intereses y que hacen que nuestro país, o sea sus ciudadanos, sostenga
un modelo de estado que el resto de Europa y el mundo no entienden.
No es momentos de excusas, ni antes ni
ahora, es la hora de DECIDIR con los criterios que les han llevado a donde
están (a los políticos), de tener visión de futuro (cada uno en su ámbito de
actuación), de actuar con corresponsabilidad, de aunar de esfuerzos en aras del
interés general, de fijar un rumbo claro que nos permita tener FUTURO no solo a
nosotros sino a las futuras generaciones en la creencia de que hay que sumar
para poder avanzar. No hay que actuar con miedo sino con valentía, sin
complejos ni ataduras del pasado, para hacer lo que sea necesario, avanzando en
los conceptos de igualdad, justicia y libertad, eligiendo aquello que más
convenga al interés general de los españoles.
Es momento de sentar las bases para
generar un modelo socio-económico viable y sostenible, realizando las reformas
que sean necesarias (incluidas las constitucionales) para que esto sea
necesario, de no recaer en errores del pasado donde se potencie lo que nos une
sobre lo que nos diferencia, aplicando criterios de racionalidad (de SENTIDO
COMÚN). Es necesario que el ciudadano se implique, exija, y no se conforme con
los mensajes de que: NO HAY OTRA SOLUCIÓN; LA HERENCIA RECIBIDA; EL TÚ MÁS; DE
LA SEMÁNTICA POLÍTICA PARA DECIR UNA COSA CUANDO ES OTRA.
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