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martes, 28 de agosto de 2012

Porque es imprescindible (II). Hacia un nuevo modelo

Es necesario que el perfil de político que actualmente argumenta sus actuaciones desde la impunidad (por tener una justicia que en sus altas instancias está politizada), la demagogia, los mensajes complejos que insultan la inteligencia de los ciudadanos (por no hablar claro) para incumplir con sus compromisos con los ciudadanos en época electoral, las excusas, los dimes y diretes, CAMBIE. Dicho cambio parte desde la regeneración democrática (como por ejemplo la reforma electoral, bajo criterios de proporcionalidad y de igualdad independientemente del lugar donde se resida), porque no hay que llevarse a engaño, no hay que dejarse endulzar la oreja con aquello que queremos oír, de dejar en manos de otros lo que es nuestro: municipio, comunidad autónoma, país o Europa. Hay que ser crítico, exigente y consecuente con el sentido de nuestro apoyo a dirigentes políticos que elección tras elección dicen una cosa para terminar haciendo otra, que en algunos casos terminan sentándose en tribunales de justicia como imputados, que están cómodos con las prerrogativas (privilegios) que se han auto concedido y que se echan la pelota unos a otros cuando surge un problema. Es imprescindible un perfil de político (como los ya existentes en las democracias más avanzadas de Europa, y en particular las más al Norte) que anteponga la VERDAD (por muy cruda que esta sea) a los ciudadanos, con capacidad autocritica y que asuma su responsabilidad en las decisiones de su competencia dimitiendo y pidiendo disculpas por los errores cometidos si llegase el caso (si como gestor dichas decisiones han sido lesivas en el interés general).

Opciones en el panorama político hay, y los ciudadanos deben valorarlas para que defiendan sus intereses desde: la credibilidad, el trabajo, la humildad, el nivel de cumplimiento de los programas electorales (sin excusas), desde las SOLUCIONES (vengan de donde vengan bajo criterios de sostenibilidad, coherencia e igualdad, bajo el único fin del interés general). Ninguna formación política se presenta para perder elecciones, si el ciudadano castiga (retirando su apoyo, o sea su voto) a aquellos que IMCUMPLEN con la confianza otorgada dichas formaciones cambiarán, pero si en nuestro país hacer y deshacer sale gratis (como actualmente) seguiremos avanzando a paso de tortuga mientras en el resto de países de nuestro entorno nos dejan atrás y somos el asombro de estos por cuestiones ya superadas y que se castigan en el resto de Europa (privilegios, mala gestión, dispendio económico: como infraestructuras no rentables o edificaciones sin un posterior uso; corrupción; credibilidad política tendiente a cero que nos encamina inexorablemente a la intervención de nuestros socios europeos y a que nos impongan como hacer nuestros deberes con ellos y con nuestros conciudadanos; …).

Por todo lo anteriormente expuesto yo no me conformo con lo establecido, y me he aunado a otros ciudadanos de mí país para defender, desde el sentido común, ideas para dar salida a la grave crisis social-económica y política que nos afecta a todos que partimos de la base de lo común y de  potenciar lo que nos diferencia. Nos mojamos en todo porque no somos comparsa de nadie y estamos trabajando por dar soluciones o sumarnos a aquellas si vienen de otra formación política en los criterios antes expuestos, en la creencia de que todos los ciudadanos somos iguales en derechos y que no tenemos que conformarnos con lo que otros venden como la UNICA SOLUCIÓN a los problemas, sino dando alternativas a los partidos viejos que se obcecan en que hay café para todos y que la factura la pagamos los ciudadanos. Yo me he implicado en una formación política en el peor momento de la valoración de esta actividad, y a la vista del panorama considero mi opción acertada por mí, por los míos, por mis conciudadanos, porque me niego a conformarme con lo establecido por otros que sin desvergüenza han asumido privilegios para que a posteriori lancen mensajes al resto de ciudadanos de que hay que apretarse el cinturón (muchos de mis conciudadanos ya lo tiene a la altura del cuello), y que tras destapar sus vergüenzas venden la supresión de estas prebendas para ser “solidarios” con una situación que su deficiente gestión (en la mayoría de sus decisiones) dilapida el estado del bienestar y que genera cada vez más desigualdad en función de la capacidad de gestión de las Comunidades Autónomas (recordando que todas son deficitarias).



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