Opciones en el panorama político hay, y
los ciudadanos deben valorarlas para que defiendan sus intereses desde: la
credibilidad, el trabajo, la humildad, el nivel de cumplimiento de los
programas electorales (sin excusas), desde las SOLUCIONES (vengan de donde
vengan bajo criterios de sostenibilidad, coherencia e igualdad, bajo el único
fin del interés general). Ninguna formación política se presenta para perder
elecciones, si el ciudadano castiga (retirando su apoyo, o sea su voto) a
aquellos que IMCUMPLEN con la confianza otorgada dichas formaciones cambiarán,
pero si en nuestro país hacer y deshacer sale gratis (como actualmente)
seguiremos avanzando a paso de tortuga mientras en el resto de países de
nuestro entorno nos dejan atrás y somos el asombro de estos por cuestiones ya
superadas y que se castigan en el resto de Europa (privilegios, mala gestión,
dispendio económico: como infraestructuras no rentables o edificaciones sin un
posterior uso; corrupción; credibilidad política tendiente a cero que nos
encamina inexorablemente a la intervención de nuestros socios europeos y a que
nos impongan como hacer nuestros deberes con ellos y con nuestros conciudadanos;
…).
Por todo lo anteriormente expuesto yo no
me conformo con lo establecido, y me he aunado a otros ciudadanos de mí país
para defender, desde el sentido común, ideas para dar salida a la grave crisis
social-económica y política que nos afecta a todos que partimos de la base de
lo común y de potenciar lo que nos
diferencia. Nos mojamos en todo porque no somos comparsa de nadie y estamos
trabajando por dar soluciones o sumarnos a aquellas si vienen de otra formación
política en los criterios antes expuestos, en la creencia de que todos los
ciudadanos somos iguales en derechos y que no tenemos que conformarnos con lo
que otros venden como la UNICA SOLUCIÓN a los problemas, sino dando
alternativas a los partidos viejos que se obcecan en que hay café para todos y
que la factura la pagamos los ciudadanos. Yo me he implicado en una formación
política en el peor momento de la valoración de esta actividad, y a la vista
del panorama considero mi opción acertada por mí, por los míos, por mis
conciudadanos, porque me niego a conformarme con lo establecido por otros que
sin desvergüenza han asumido privilegios para que a posteriori lancen mensajes
al resto de ciudadanos de que hay que apretarse el cinturón (muchos de mis
conciudadanos ya lo tiene a la altura del cuello), y que tras destapar sus
vergüenzas venden la supresión de estas prebendas para ser “solidarios” con una
situación que su deficiente gestión (en la mayoría de sus decisiones) dilapida
el estado del bienestar y que genera cada vez más desigualdad en función de la
capacidad de gestión de las Comunidades Autónomas (recordando que todas son
deficitarias).
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