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jueves, 2 de enero de 2014

Informe Pisa en España. Reflejo de una realidad (II). Reflexiones


La profunda politización de nuestro país en las instituciones hace del mismo que cada vez más, haya profundas diferencias entre ciudadanos de distintos territorios, lo que conduce a un incremento en la brecha de derechos que varían en función de los "criterios políticos” de la región donde se resida (especialmente en aquellas donde existe arraigo nacionalista, facilitadas por el complejo de los sucesivos gobiernos nacionales ante dichos nacionalismos que solo acentúan las diferencias entre comunidades autónomas).

En una materia tan sensible como la educación, uno de los pilares esenciales del estado del bienestar, no podemos ni debemos permitir que los criterios de unos pocos se impongan sobre el de la mayoría y es cada vez más necesario que el sentido común se imponga ante cualquier otro criterio que esté alejado del interés general de los españoles.

En nuestro país se generan "17 miniestados" en educación y otras competencias transferidas por el estado a las comunidades autónomas, donde cada una de ellas tienen sus propias normas y con un tronco común que apenas llega al 25% de la materia curricular. Esto genera paradojas dentro de nuestro país hasta el punto de que es más fácil mover un expediente académico entre países de la UE (Unión Europea) que entre las comunidades autónomas (CC.AA) españolas; o la referida al "curriculum" en donde las comunidades autónomas pueden regular con diferencias irracionales, de tal modo que las CC.AA sin lengua oficial pueden decidir el 55% del curriculum y las que tienen lenguas co-oficiales pueden decidir el 65% (donde está el fundamento cognitivo para esta diferencia).

Ese criterio solo es viable y reconducible si se tiene altura de miras y ambición de país, y si se encuadra dentro de una única administración (la del Estado) que tiene la obligación de garantizar la unidad de criterio en todo el territorio nacional retomando la competencia en esta materia (y en otras), que actualmente ostentan las Comunidades Autónomas.

No hay elemento más cohesionador e igualitario a la hora de las oportunidades que la educación, y es prioritario acometer una reforma educativa con sentido, con los mismos criterios de accesibilidad y con contenidos comunes en todo el territorio nacional sin fines partidistas o identitarios. Es necesario destinar partidas presupuestarias necesarias, bajo estudios asépticos e independientes, para establecer parámetros óptimos que nos den una enseñanza pública de calidad, contando con los profesionales de la enseñanza, para alcanzar la excelencia que se disfruta en los países más avanzados, sin olvidar todas las etapas de la educación, y diferentes opciones, de la formación académica de los alumnos que en el futuro comandarán este país.

Todas las leyes en educación en nuestro país, han servido para dejar la huella ideológico-político en las mismas, al alternarse el PP-PSOE en el gobierno de la nación, en vez de centrarse en los problemas educativos que ahora mismo tenemos, con diferencias sustanciales entre regiones y que se ven reflejadas en el informe PISA.


De todos depende que nuestro país salga del ostracismo rancio de aquellos que la palabra REFORMAR, que no imponer, les produce incomodidad (los partidos tradicionales) porque están cómodos en sus posicionamientos inmovilistas e interesados, y que difieren de un fin distinto de lo que en política tenemos que llevar acabo: la defensa del interés general.


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